martes, septiembre 05, 2006

LOLA POETA

“Ay qué vergüenza más efímera siente mi desparpajo soluble…” Me he levantado poeta y he escrito un poema denso, concentrado de sensaciones aunque la palabra soluble me suena a sobre de café. Llamaré a Luiggi Suspiro Español.

-Lola, ahora debes mantener en barbecho tu intensidad creativa dos años…
-Luiggi, entonces, ¿no pongo fecha de caducidad?
-Jamás un escrito muere, al contrario: gana con el tiempo.
-Ahhhhh… Qué bien te expresas, Luiggi; es que los sobres de sopa pone fecha de vencimiento.
-Tu poesía, Lola, no es una sopa sino una ensalada bellísima de palabras.
-Ay, Luggi, no sigas que me lo creo… Estoy pensando que puedo echar unos tropezones, unos corrusquillos para que llene más. ¿Qué te parece? La veo un poco sosa y donde esté lo abigarrado…
-Estate quieta, la sencillez es hermosa. Ahora observa tu creación hasta que la encuentres sublime.
-Vale, Luiggi, lo que tú digas… Adiós.


-Lola, ¿qué haces? Llevas diez minutos quieta, ¿estás bien?
-Sí, Pepe… Lee esta sopa de letras y dime si está sublime o debo seguir contemplándola… Tengo la sensación de estar haciendo un arroz con leche: cuánto más vueltas se da, más rico está.
-Lola, no me seas peripatética, anda… ¿Desde cuándo te ha dado por escribir?
-Desde que sentí una llamada interna que me decía:”Lola exprésate, di…”
-Lola, pero si en la vida te has callado…
-Por supuesto, Pepe, pero no había probado a seguir hablando en papel y es divertidísimo. Aquí nadie me contradice. Yo me lo guiso y me lo como; mando, ordeno y tira millas… Genial, Pepe.
-No lo dudo, Lola. Tiene una ventaja: mientras escribes, está tu voz muda.
-No, Pepe, tranquilo. Puedo hacer las dos cosas a la vez. Ahora, por ejemplo, estoy hablando contigo y mi mente está en plena ebullición creativa.
-¿Sí?
-Sí. Te leo mi mente: “Pepe, Pepito, Pepe, no me toques la moral/ Pepe, Pepito, Pepe, déjame en paz”… ¿Qué, qué opinas? Con rimas, epítetos y sinalefas… Te dejo, tengo que llamar a mi maestro.

-¿Luiggi?... Soy Lola, perdona que te moleste…
-Tú nunca molestas, querida…
-Qué caballero eres, Luggi… Oye, tengo una duda con las sinalefas. Verás: las he puesto en barbecho quince minutos; dos años me parece un parto dolorosísimo y, ahora, me encuentro en que las sílabas que uní con una sinalefa me cuentan como una sola en los versos que dediqué a mi Pepe, así que creo que debo extenderme más. Mi Pepe es inmenso para dejarle tan reducido.
-Lola, ¿de qué estás hablando?, ¿sabes lo qué dices?
-Pues… No, la verdad, pero Luiggi, ¿eso tiene alguna importancia?
-Lola eres incorregible.
-Gracias, Luiggi… Te dejo, voy a añadir ¡Adiós!


-Mari Pili, ¿quieres que te escriba un poema?
-No, Lola, gracias.
-¿Por qué no quieres, Mari Pili?
-Lola, porque no quiero padecer de insomnio.
-¡Ah!

1 comentario:

Anónimo dijo...

Jajajajaja....
Genial.
Una ironía estupenda; me encantó.
Alena.