LOLA EN IB3

-¿Joana Pol, por favor?
-¿Quién es?
-Lola.
-¿Lola?
-Sí, Lola.
-¿Qué Lola?
-Pues Lola, la genuina.
-¿Lola Flores?
-Oye majo, tú, ¿quién, demonios, eres?
-Carles, Lola. ¿Puedes firmarme un autógrafo?
-¿Cómo Lola, Lola o, Lola la otra?
-Como tú misma; mi madre te admiraba mucho.
-¿Sí? Si todavía no he puesto el consultorio... Precisamente llamaba a Joana para ver qué le parecía. Está visto que mis ideas se ven sin yo decir nada; soy un prodigio.
-No ha llegado, todavía; está Sandra.
-Pues que se ponga.
-Vale, pero antes de que cuelgues, me tienes que firmar un autógrafo.
-¿Por teléfono? -este chico está más cencerro que yo, ¡qué alivio!
-¿Lola? Soy Sandra, qué alegría. ¿Qué te cuentas, de nuevo?
-Chiquilla, que después del otro día y el éxito tan total que tuvo tu programa gracias a mí, he estado dándole al tarro, poco, ¿eh? Que se me gastan las neuronas y luego no encuentro de repuesto, y he llegado a la sublime conclusión que lo mejor para vosotras es que me pongáis en el programa un chiringuito.
-¿Un chiringuito, Lola?
-Sí, mujer, un consultorio.
-¿De quéeeeeee, Lola?
-Un supermercado, Sandra: un poquito limpieza, unos consejitos de belleza. Que si una madre histérica con su adolescente... Entonces, voy yo y le aconsejo que la guarde en un armario hasta que finalice la adolescencia... Que si un marido ronca, que si la suegra es peor de lo peor... Vamos, Sandrita, quiero ser la Mari Francis del Siglo XXI.
-¡Ah!
-¿Qué, sólo me dices eso? Pues, guapa, os lo pensaba hacer de a gratis.
-¿Gratis?
-Sí, pero ya no.
-¿No? ¿Por qué?
-Porque no me da la gana; soy de rompe y rasga. Te acabo de ofrecer el negocio bola, toda la materia prima la pongo yo y me dices “Ah”... Un poquito de por favor, las grandes musas como yo no se encuentran todos los días y, menos, a precio de ganga.
-No te enfades, Lola. Vamos a hacer una cosa: lo consulto con Joana, con el director de la cadena, con el ejecutivo de marketing, con publicidad, con el presidente del gobierno, con...
-Sandra consúltalo hasta, si quieres, con el espíritu Santo; todito te lo consiento, pero no llames a mi Pepe porque se os espatarra la cadena; hazme caso.
-¿Qué le pasa a tu Pepe?
-Hija mía, que se ha quedado impotente... No de pene, ¿eh? Entre el curro de la funeraria, la golfa de su jefa y los dos hijos que tiene, se le ha ido el espíritu. Es un cenizo, Sandra... Una lástima.
-Ya... Bueno, yo te llamo y te digo algo... Espera, no cuelgues, que Carles te quiere decir algo.
-¿Dolores? Se lo voy a decir a mi madre que he hablado contigo, ¡menuda alegría! que le voy a dar.
-Pues será la única, Carles... -menos mal que todos los cencerros nos entendemos. Qué lástima de chico, quién se habrá creído que soy...
-¿Dolores?
-Llámame Lola, tiene más personalidad, carisma, como que suena a mujer segura y equilibrada, que sabe lo que ha de hacer en cada momento sin que se le mueva una pestaña de su sitio.