sábado, marzo 04, 2006

LOLA Y SU JEFE



Me piro. No le soporto. Ya, ni los chupitos de cazalla alivian mi mala leche.

Por curiosidad, ¿alguien se levanta despierto? Lo normal es que uno se despierte dormido y, después de una sobredosis de café bien cargado y reposadito, esté en predisposición para enfrentarse a la bacanal diaria. Pues no, este tío me exige, no pide, que me levante como la moto de Fonsi Nieto ¡Y un jamón! Me levanto como los triciclos, lenta, pero segura: si a las 8 de la mañana no te dejas llevar por un placer tan simple, ¿cuándo, entonces? Una vez estimulada, cualquiera me puede decir: “Lola, haz…”, y actuaré segura, equilibrada, sin darme importancia.

Hoy, cuando ha entrado de sopetón, mirándome furibundo, a punto de estrangularme verbalmente, yo, sin querer -aunque pensándolo bien, mi subconsciente ha tenido que actuar de alguna manera que yo no alcanzo a comprender porque como según él soy cortita, pues eso…-, al entrar él, yo salía con todas mis energías -me había tomado ya cinco cafés- y se ha comido la puerta enterita. No ha chillado, ha aullado ¡Qué se fastidie! Se piensa que soy una maquina para satisfacer sus necesidades, el diván de su carioca mente descontrolada, el descanso de su lasciva curiosidad y ¡un cuerno! ¿Acaso me ha preguntado alguna vez?: ¿te encuentras bien, eres feliz, necesitas algo, estás cansada, quieres que te suba el sueldo? Pues no, nada, como un robot. Sólo “dame y dame” y yo “toma, que toma y toma más”.

En un arranque de temperamento voluptuoso -me pierde ser antes muerta que sensilla- le he dicho:
- Me largo, dame lo que es mío y que te aguante tu tía.- Me he sentido divinamente, pero claro, después he reflexionado: me he quedado sin trabajo, no me corresponde paro ¡Dios mío!, ¿qué he hecho? Menos mal que, como no me escucha, no ha oído la mitad. Si fuera como la masa, que piensa y luego habla…
- ¿Qué pasa, Lola?, ¿estás con la regla?-este hombre, además de toca pelotas, es gilipollas.
- Me siento abandonada, acosada, poco valorada. Nunca me escuchas, no me respetas y…- La cagué. Me he puesto a llorar ¡Con lo que odio ser mujer mantequilla!
- Tranquila, mujer. Tú sabes como soy. Nadie me aguanta. Sólo tú me entiendes. Eres paciente, comprensiva, intuitiva.- éste es imbécil; he pesado, no dicho- Eres un diamante en bruto para la empresa.- Bruta soy un rato, pero eso de diamante, me mosquea; ni mi Pepe, me lo ha dicho nunca. Y, ¿si está enamorado de mí y, como soy intocable, de otro hombre, él se rebela y me maltrata? No me extraña, soy incandescente, cualquiera pierde los nervios por mí ¡Qué bonito! Mi jefe enamorado de mí… Lolaaaaa, pero si tú le odias… es verdad.- Lola, ¿me estás escuchando?
- Sí, claro que te escucho. Disculpa, he perdido los nervios.- Con las mismas, he salido de su despacho, y me he ido a tomar un vaso de cazalla. Necesitaba una sobredosis.

¡Qué asco me doy! Me vendo por unas míseras palabras babosas; si no fuera por la hipoteca… éste se iba a enterar lo que es una mujer bolero.
MªÁngeles

No hay comentarios: