miércoles, marzo 01, 2006

LOLA Y LAS POMPAS FÚNEBRES


¡Qué desvergüenza! ¡Qué desfachatez!... Es que ya no hay lo que hay que tener, se han perdido las formas, estoy indignadísima. Ahora bien, esto lo arreglo yo en un periquete. A Lola no se le hace esto, porque es una tía legal; bueno, a veces a lo mejor me desvío un poco pero, a grandes rasgos, estoy im-po-lu-ta.
¿Que qué me pasa? Por favor, por favor, dejadme que os cuente. Enciendo un cigarrillo, un momentito... ya. Me he cogido una copa de cazalla, me relaja mucho. Como os decía...

¿Sabéis qué día es hoy? Domingo. ¿Y qué dijo Dios cuando creó el séptimo día? Que hay que descansar... Pues no. Las ocho y cinco de la mañana, suena el teléfono. Me digo a mí misma, mismamente: Lola, alguien ha estirado la pata, no son horas, como no sea para contar una desgracia... Voy a la habitación de Peluche, -el niño está-, me relajo, pero el teléfono zumba qué zumba, ¡qué pesado! Voy al dormitorio de Anticristo, -dormidito, respiro tranquila- pero dale que dale que toma, el ring ring sigue. ¿No se quedará afónico? De pronto pienso, muy dormida, ¿eh?, ¡ay!, va a ser mi madre, que alguno de sus periquitos se ha muerto. Entonces cavo mi propia tumba y descuelgo:
-“Di a Pepe que se ponga”.- ¡Coño! ¿De quién es esa voz tan familiar y de paso tan maleducada que no da ni los buenos días?
-No oigo, hay interferencias. ¿Quién dice que es?
-Soy Plegaria, la jefa de Pepe.- ¡Ostras, la gorda en versión dominical!
-Está dormido. Me prohibió que le despertara en todo el día. Llama mañana. ¡Adiós!- No la dejo hablar y cuelgo. ¡Já! Al segundo ya está de nuevo el puñetero ring ring. Lo dejo que suene, pero tanto ring, mi Pepe se levanta y descuelga.Yo me pego a él todo lo que puedo; es que me quiero enterar de lo que hablan, no por ser cotilla, que lo soy, ¡ojito con pensar mal de mí!... Una pérdida de tiempo, no oigo nada y mi Pepe me hace un resumen al finalizar.
-Lola, me voy. Ha llegado un pedido de ataúdes y hay que llevarlos urgentemente al tanatorio.
-Es domingo, Pepe, tu día libre. ¿No pueden esperar los muertos hasta mañana? Y si no, que vaya la gorda a llevar los sarcófagos.
-Lola, deja de decir bobadas.
-Perdona... ¿Vas a tardar mucho? ¿Te preparo una tartera con patatitas ricas, ricas?
-No, déjalo, me invita a comer y vendré tarde.
-¡Pero cómo que...! Un poquito de..., por favor, Pepe. En esta familia nuestra los domingos se come juntos. Además, ¿qué es eso de que vendrás tarde? Acaso una vez metidos en los sarcófagos, ¿veláis con los familiares? Es que no lo entiendo, Pepe, no lo comprendo, dame ahora mismo una explicación razonable para que te pases el día del Señor con la gorda.
-¡Hasta luego, Lola!...- ¡Anda! ¡Que se ha ido! Como os lo cuento, ni más ni menos. Pero mi cerebro audaz pronto se ha puesto a maquinar y he despertado a los niños.
-Niños, ¿queréis ganar un euro extra?
-¿Eh? ¿Cada uno o a compartir?- Con el usurero de mi hijo pequeño no puedo negociar. Voy al monedero y miro lo que tengo. ¡Mal empezamos! Veinte céntimos.
-Un euro cada uno.
-Mamá, el dinero por delante.- Sigue el pequeño dando leña al mono, ¿a quién puñetas se parecerá?
-No, no. Os doy un adelanto de veinte estupendos céntimos. Cuando hayáis hecho el trabajito os cobraréis el resto.- ¿De dónde voy a sacar el dinero? Hoy es domingo y los bancos están cerrados... Bueno, se lo cogeré a Pepe, siempre tiene dinero.
-Mamá, ¿te quieres quedar con nosotros? Además, ¿qué trabajo es ése?
-Muy sencillo, hijos míos, ¿os acordáis de aquel set de espías que os trajeron los reyes payos hace cinco años?
-Mami, ¿tú flipas? Yo no salgo a la calle a hacer el ridículo, uno tiene su reputación, si tú no la tienes es problema tuyo.- Peluche tan agradable como siempre.
-Os subo a euro con cincuenta a cada uno.
-Dos euros y cerramos el trato.- Siempre termino pringado, menudo cómo me va a salir el domingo, bueno a mi Pepe que es quien va a pagar la broma.
-Vale, trato hecho. Coged los prismáticos y los pasamontañas. ¿Quién de los dos escribe más rápido?
-Peluche.
-Bien, toma nota de todo, ¿entendido? Hasta si van a hacer pis.
-Pero, ¿tomar nota de qué? ¿A quién hay que espiar?
-A papá y a la gorda.
-Un poquito de..., por favor mamá,- de nuevo Anticristo dando por el traserillo- si esa es la misión, de dos euros nada monada, han de ser tres con cincuenta cada uno.-¡Coño! con el niño...
-Vaaaaaaaaale, pero iros de una vez.

He pasado el día sola, sí, como lo leéis, comiéndome los muñones. Y diréis... Pues es de no creer, estoy alucinando pepinillos aún. Han aparecido a las doce menos cuarto de la noche. ¡Los tres juntos! Riéndose, contándome lo bien que se lo han pasado: la gorda les ha llevado a comer y a merendar, les ha dejado pedir de todo. ¡Dios mío! Se van a poner tan focas como ella. Y mis riquísimas patatas ligth de plantón... No hay derecho. Para colmo dicen que es simpática. ¡Y una mierda! Eso sí que no me lo creo ni harta de cazalla, que por cierto casi me he bebido la botella entera con tanto nervio junto.
Ya en la cama va mi Pepe y dice:
-Los niños hoy estaban encantados contigo. Me han contado que les has dado a cada uno tres euros y medio extras por no hacer nada. No me dejas de sorprender, Lola.
-Ni yo Pepe, a cada minuto me sorprendo a mí misma mismamente. Por cierto, ¿tienes siete euros para pagar unas deudillas?

MªÁngeles

1 comentario:

Azpeitia poeta y escritor dijo...

Te leo y me haces reir....viviré gracias a tí unos días más....eso dicen....un abrazo desde azpeitia