viernes, marzo 24, 2006

LOLA Y MARY PILI: AMOR DE AMIGAS


-Mari Pili, ¿tú crees que somos unas intelectuales?
-Sin duda. Cada día estamos más descerebradas.
-Y eso, ¿qué quiere decir?
-Precisamente eso, Lola: que cada vez sabemos menos.
-Sí, es verdad. El otro día fui a comprar huevos y me vine con media docena de barras de pan y, claro, sin los huevos.
-¿Ves? Precisamente… es a causa de tu edad.
-¿Qué pasa con mi edad, Mari Pili? Te recuerdo que tenemos la misma, salvo la diferencia de que ella te ha consumido y a mí me ha dejado lozana. Toca, toca… carnes por todas partes.
-Lola, yo tengo un mes y un día menos que tú, no se te olvide.
-Ya, pero mira tus senos: flácidos, caídos, enjutos como don Quijote.
-Anda, calla… Mira quién habla, Sancha Panza: los tuyos se juntan con tu tripa.
-¡Que desagradable eres, Mari Pili!
-Has empezado tú… Se nos ha pegado el carácter de Pepe y Paquito.
-¡Por Dios, Mari Pili!, eso jamás. Ellos están en vinagre y nosotras somos aceite virgen.
-¿Dónde estará nuestra virginidad, Lola?
-Ay, hija, no hagas ponerme a buscarla ahora; estoy muy cansada. Y, ¿si nos tomamos unas vitaminas?
-Esto no tiene arreglo, Lola. La virginidad sólo se tiene una vez; después te jodes…
-Deslenguada, qué mal hablas… A mí la virginidad no me preocupa, además: creo que de eso nunca tuve. A mí lo que me inquieta es que antes hacía muchas cosas a la vez y ahora es como si me faltara gasolina, ¿me entiendes?
-Lola, ¿cómo quieres que te diga que te has hecho vieja?
-Un poquito de por favor, Mari Pili: me he hecho madura, que es muy distinto.
-Así es, Lola: madura podrida, como los plátanos de hace tres meses…
-Y tú, ¿te has mirado la cara? es un brécol rancio.
-Lola: llevamos treinta y siete años juntas. Acaso, ¿no somos capaces de decirnos algo amable?
-Sí: aún somos vírgenes…
-Es verdad, Lola: todavía no hemos usado la cabeza.
MªÁngeles

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