viernes, marzo 10, 2006

SENCILLAMENTE LOLA


Bestial es la palabra. Tenía que haber vivido en Sevilla porque noto que corre por mis venas “una grasia” que sólo se ve en aquella tierra ¡La madre que la parió!, qué bien echa está... como yo, ¡Ole!
¿Qué me pasa? Nada especial. Mi Pepe decidió llevarme de viaje, no creo que lo repita.
En un segundo hice la maleta: un par de bragas, dos o tres calzoncillos, calcetines -agujereados, con las prisas no me dio tiempo a coser-, camisas, pantalones... vamos, llevé una maleta grande para que a mi Pepe no le faltara atuendo. Al verme en la estación me preguntó:-Lola, ¿qué llevas ahí metido? Te dije que dejaras a los niños en casa.
-¡Calma, Pepe! No te me amontones, vengo sola con tus cositas, a vivir un fin de semana de amor.-según terminaba la frase, me acordé que había metido dos pijamas para mí y ninguno para Pepe.
-Lola, no desvaríes. Te recuerdo que vamos con la gorda- qué miedo me tiene...
-Estoy tan contenta que hasta si quieres hacemos un trío.- no le dio tiempo a contestarme porque apareció la gorda… ¡Por Dios! ¡Jesús, María y José!, es más fea que un pecado. Vista al natural no tiene desperdicio, en fin, os cuento mi viaje…
Qué tren más elegante, chicos; la gorda había sacado tres pasajes en preferente, ¡donde van los ricos!
Ella se dio prisa para coger el lado de la ventana… esa señora no sabía con quién se estaba jugando los cuartos; le di un suave empujoncito, ni se notó, y me senté yo, por supuesto, sin despeinarme. Fijaros si seré condescendiente que dejé el placer a mi Pepe para que diera conversación a su queridísima jefa.
Primero nos trajeron un vinito dulce con cacahuetes riquísimos y ¡gratis!, luego nos preguntaron qué prensa queríamos, yo dije que me dieran de todo lo que despachaban. Más tarde, nos trajeron la comida: no penséis que era para tirar cohetes, para un estomago como el mío, que es reducidito, pase pero, para la gruesa, ni para una muela… ¡Qué morro!, metía la mano en la bandeja de mi Pepe, con lo necesitado que esté él.
Llegamos a Sevilla... la lluvia en Sevilla es una maravilla ¡Ole, ole y ole, la gracia que Dios me ha dado!
Me tapé con mi paraguas y la gorda se mojó. Cuando llegamos al hotelito, la noté más reducida: su cabeza semejaba a una naranja recién exprimida.
Dejó de llover y la Giralda brilló conmigo. La Maestranza blanca “inmaculá”… con su arenita ocre esperaba a la gorda... estoy segura que sale al ruedo y Manolete da la “espantá”, como la que dimos mi Pepe y yo cuando le insinué:
-Quillo, vamos a dar un paseo en coche de mulas -el coche de caballos era carísimo. Nos montamos, el sol de la tarde Sevillana nos rociaba con sus últimos rayos-, Pepe, esto es vida.
-Ya, Lola, pero te recuerdo que quien paga el viaje es la gorda y la hemos dado esquinazo.- este hombre mío siempre diciendo verdades a destiempo, ¡qué asco!
-Quillo, luego la resarcimos, vamos a casa de la Anselma para que vea lo que es el flamenco... Y fuimos con la robusta jefa a oír cantar a Tomatito y su comparsa… ¡Qué rabia me dio!, se me había olvidado la flor para ponérmela en el pelo -la gorda la llevaba, más rabia aún-, me consolé pensando que a ella le sentaba fatal. Se lo dije a Pepe al llegar al hotel.
-Quillo, la gorda donde mejor está es haciendo negocios con las pompas fúnebres andaluzas… ¡Qué fea estaba, la jodía, con la flor!...
-Lola, no te vuelvo a traer, me mal metes y no hay que olvidar que gracias a la gorda comemos.
-Un poquito de por favor, Quillo, ¿y que hacemos con mi toca pelotas? Porque yo aporto a la unidad familiar, ¿eh?
-No es lo mismo, Lola, lo que me paga a mí la gorda que lo que te paga a ti el toca huevos, ni color.
-Un poquito de por favor, Pepe, que me estoy poniendo de muy mala leche, ¿qué tienes que decir de mi sueldo?-Lola, no te piques, que te veo venir.-Pepe, ¿a qué digo a la gorda que me contrate?... no, mejor aún: seré archimillonaria y tendrás que pedirme Pepe… Oye, ¿de qué color son los billetes más gordos que fabrican? Yo solamente tendría de esos, los otros serían una vulgaridad, ¿no crees, Pepe?
-Desde luego, Lola, una vulgaridad. ¿Nos dormimos? Te noto que empiezas a desvariar, Lola… dame el pijama.
-No tienes, pídeselo a la gorda... será de tu tamaño.
Mi Pepe no me vuelve a llevar de viaje, al menos con la gorda, ni falta que hace ¡Ole, ole y ole!... Además, no me dejaron ver ni un mercadillo, decían que iban a trabajar... No obstante, me he traído una bolsa enterita de souvenir, robados no. Como era todo gratis y no fui de compras, pues me llevé unos ceniceros, 20 o 30 paquetitos de pastas de té, un surtido variado de peladillas, unos vasos... chucherías variadas... ¡Qué bien viven los ricos! y lo que nos perdemos los pobres… Os dejo. Voy a decir a Peluche que me haga una quiniela, quizá me toque y me convierta en inmensamente rica. Entonces al toca pelotas de mi jefe le haré un corte de manga, a la gorda le regalaré unas cremas celulíticas, a… Tengo una duda: voy a llamar a Mari Pili, no sé si los ricos van al mercadillo ¡Adiós!
MªÁngeles

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