lunes, enero 15, 2007

LOLA Y LA RISOTERAPIA


-Pepe, eres carne de cañón.
-¿Sí? No sabía que a los obesos ahora se les llama así.
-Serás pasto de las llamas.
-¿Qué, ahora te has metido a pitonisa?
-No; he dejado de leer sobres de sopa y he ampliado mi repertorio.
-¿Ves, Lola? Eso me gusta porque notaba que tu conversación, últimamente, se hallaba muy limitada… ¿Has descubierto a Saramago, Almudena Grandes…?
-Tampoco te pases, Pepe… Leo el prospecto de los supositorios y la propaganda que meten en el buzón.
-Lecturas de alto contenido intelectual, Lola. Y… ¿has llegado a reflexiones fructuosas?
-Sí, eso siempre, Pepe. Mi cabeza va más allá del continente y puedo comprender el contenido, hacerlo mío, interiorizarlo y, por último, hacer de él una eclosión de conocimientos tan variados como dispares.
-¿Y?
-Pues eso, Pepe… El tono muscular de tus arterias no está relajado.
-Ah… Eso, ¿dónde lo has leído, en la caja de supositorios o en la publicidad?
-¿No ves? Si es que no tienes estimulados los sistemas endocrino e inmunitario, qué limitado eres, cualquier día ¡zás!...
-¿Cualquier día qué, Lola?
-Pepe, mientras, no segregues jugos digestivos sanos que faciliten el buen carácter, te dará un infarto.
-Anda, coño, con lo qué me sales ahora. ¿Tienes el remedio, Lola?
-Sí; es un deporte que distrae la mente de tensiones y hace olvidar las preocupaciones… te olvidarás de todo, menos de mí, por supuesto, Pepe.
-Lola, entonces, estoy en riesgo de infarto seguro.
-No, Pepe, porque si practicas lo que te estoy sugiriendo no te dará.
-Lola, si olvido todo menos a ti… Me voy a morir, Lola, haz algo.
-¿Eh?... Pepe, no me seas egoísta. Vamos a ver: tú deseas que el negocio de la funeraria funcione y, luego, vas tú y no quieres morirte… Chiquillo, coopera un poco.
-Lola, ¿tú quieres que me muera?
-Pepe mi vida sin ti sería un erial… Si te mueres, ¿de quién iba yo a hablar mal? Por San Críspulo, no me hagas esa faena, Pepe… Ahora mismo ponte a hacer ese deporte.
-Pero, ¿qué deporte, Lola? En la vida he hecho deporte, tengo la musculatura atrofiada, Lola.
-¿Ves? Estás ansioso y en tensión emocional… Te va a dar ya, Pepe, comienza antes de que sea tarde.
-¿Cómo se hace, Lola?
-¿El qué, Pepe?
-El deporte ese… venga, dime que noto ya un remusguillo en el pecho.
-¿Si?, ¿tan rápido?... Qué bárbaro. Pepe despidámonos, fue un placer conocerte.
-Que no me muero, coño, que no me da la gana hacer lo que tú dices, que eres una dominante, Lola.
-¡Qué soberbia gasta, Pepe!... Me mal interpretas, lo que quiero es salvarte del infierno.
¿De qué infierno me hablas ahora, Lola?
-Da igual, Pepe, lo tuyo no tiene remedio… Hala, muérete.
-Que no me da la gana, Lola.
-Pues, entonces, Pepe, ríete… ¿Sabes cómo se hace eso, vida mía?
-Ni sé ni me interesa, Lola.
-¿Ves, Pepe? Te mueres sin remedio.
-Me moriré cuando me dé a mí la gana y de la forma que yo diga, Lola.
-Sí, seguro… la muerte avisa y a ti el primero… Eres como San Pedro, negándola tres veces… Ríete, leñe, que te mueres, ¿eh?
-¿Segura, Lola?
-Sí, bueno… casi.
-Empecemos, Lola, riámonos…
-Empieza tú, yo llevo media hora riéndome de ti, pardillo, más que pardillo.

No hay comentarios: