domingo, noviembre 12, 2006

LOLA Y SU MADRE


-Mamá, he hecho sopa; anda, tomate un poquito.
-Si tú no sabes cocinar; habrás hecho agua desteñida.
-Madre, es sopa de sobre, no hay peligro, come.
-Ya me extrañaba que tú hicieras algo por mí. Quiero comida de verdad no basura.
-Bueno, te haré un filete pequeñito; el médico ha dicho que comas cosas suaves.
-Tú lo que quieres es matarme.
-No, Mamá; quiero estrangularte, pero soy una cobarde... Venga, tómate la sopa.
-Quiero chocolate, es bueno para el corazón; lo tengo débil.
-Estás como un roble, Mamá. Ven, te voy dando la sopa yo.
-¿Por qué has venido? No te necesito.
-Lo sé, Mamá, pero es que soy una masoquista... Venga, abre la boca; mira, la pruebo yo primero.
-Tú sigue comiendo... Estás como una foca y mírate, menuda ropa llevas, te piensas que tienes quince años y tienes sesenta... o más.
-Si yo tengo sesenta, tú tienes un mínimo de ochenta y cinco... Tómate la sopa, leñe.
-¡Qué poca paciencia tienes con tu madre!, no se puede hablar contigo.
-Disculpa... ¿De qué quieres que hablemos?
-¿Has visto a la Paquita? Está feísima y, para colmo, se le ha subido el dinero a la cabeza.
-Yo, la encuentro estupenda, Mamá. Y hace bien con lo del dinero; que lo dé aire.
-Siempre llevándome la contraria, Lola. ¿Cómo me puedes decir que está estupenda si está como una pasa?
-Mamá, la Paquita es de tu edad y tiene un humor envidiable.
-La Paquita es mucho mayor que yo y es una superficial; todo el día riéndose, qué mujer más absurda.
-Claro, por eso ella siempre está rodeada de gente y tú más sola que la una.
-¿Qué dices, Lola? Has cogido la manía de hablar para el cuello de tu camisa.
-Mamá te estás quedando sorda como un tomillo; ponte el aparato.
-¿Quién eres, tú, para mandarme a mí? Eres una sinvergüenza, que lo sepas.
-Sí, mamá, pero tómate la sopa y te doy un filete, chocolate y un beso...
-Sí, el beso de judas me das tú... ¿Y los chicos?
-Bien, Mamá.
-Cómo puedes decir bien, Lola, si están todo el día solos, pobres criaturas, qué madre les ha tocado... ¿Y Pepe?
-Bien, Mamá.
-Qué carácter tiene ese hombre, es insufrible.
-Sí, Mamá.
-Claro, no me extraña, para aguantarte a ti, ha tenido que echar arrestos.
-Sí, Mamá.
-¿Quieres dejar de decir sí? Pareces un mono de repetición.
-Toma la medicina; me tengo que ir.
-Ya me dejas sola. Vete, cuando vuelvas estaré muerta; me duele todo, Lola.
-Mamá, los años no pasan en balde; piensa en positivo. Estás estupenda, sal, diviértete, cómprate ropa, sé feliz. Y si eso no te hace desgraciada en la medida que tú necesitas, vete al médico, entretiene mucho. Lee esquelas, con tu carácter, te aimará mogollón. Pon la tele y oye el telediario, es un bálsamo para el optimismo; te hundirá en la miseria que es lo que a ti te gusta. Y si aún con eso, no tienes suficiente, ponme a parir que es lo que de verdad te pone... Ah, y te aconsejo que en vez de irte con las amigas a tomar un café, ahorres para tu entierro. Una caja bien mullidita para que esté cómodo tu esqueleto. Total, en vida, porque duermas en un colchón de hace dos siglos, da igual; así te duelen más los huesos y tienes motivos para quejarte.
-Vete, Lola, vete, que me has puesto dolor de cabeza.
-¡Adiós, Mamá!
-Y acuérdate que tienes madre.
-Sí, Mamá, descuida que no lo olvido tan fácilmente.
-Lola, espera...
-Dime, Mamá...
-¿Te dije que se suicidó el del primero?
-¿Qué me dices?, Cuéntame...
-Hija, quería morirse; lo intentó varias veces hasta que lo consiguió.
-Qué lástima, y ahora, ¿qué va a pasar?
-El del octavo va por el mismo camino. A la del segundo le dio un infarto y he oído que la hija de la vecina de al lado se va para monja; fíjate, después de haber tenido seis o siete novios, peor que María Magdalena...
- Uy, mucho peor... Qué comunidad más entretenida, Mamá.
-¿En la tuya no pasa nada?
-Aburridísima, Mamá, un rollo; ni se suicidan, ni se mueren ni nada, un asco... ¡Adiós, Mamá!


-¿Lola? Soy Mari Pili, ¿dónde estabas? Te he estado llamando...
-Estaba con mi madre.
-¡Qué fuerte, Lola! Ahora mismo voy a tu casa y nos tomamos un par de chupitos de cazalla.
-Mejor una docena, Mari Pili... o dos docenas.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Se lo vas a leer?
Lo he visto real como la vida misma.
Menuda semana....
Marian

CATI COBAS dijo...

Esas son madres...No como nosotras que nos pasa exactamente al revés. Besos de Cati