jueves, diciembre 21, 2006

LOLA Y SU MAESTRO


-Buenos días, Luigi… Uyyyyy, qué mala cara tienes, chico.
-Buenos días, mi rubia de bote. Si yo te contara o contase…
-Cuenta, cuenta. Sabes que no soy cotilla ni nada parecido, pero tú siempre me has dicho que una mujer informada vale por sesenta y nueve. Habla…
-Sesenta y nueve Lolas son muchas Lolas; comprende, tengo migraña y aunque soy muy hombre, tengo mis limitaciones.
-Fijate, se lo dije el otro día a la Soco: “Nuestro maestro de literatura torcida parece mucho, pero luego es menos”… Y tú me lo confirmas: últimamente pones demasiados puntos y guiones y lo que se lleva ahora es la jitanjáfora.
-Precisamente, Rubia… ese es el virus que me ha atacado.
-Luigi, la jitanjáfora no es un virus… ¿Dónde has estado metido últimamente?
-No… nada, bueno… Necesitaba vivencias nuevas y…
-¿Y qué? Habla, cobarde. Saca pecho y cuenta… Tú que eras mi ejemplo; yo besaba tu letra, la imitaba, hasta era, ya, más buena que la tuya…
-¿Tu escritura mejor que la mía, Rubia? El mundo se ha vuelto loco.
-Sí, Luigi, excelsa y, ¿sabes por qué? Por la jitanjáfora.
-Lola, no te enfades conmigo… Me persiguen…
-¿Quién, Luigi?, ¿la jitanjáfora? Qué tomate, dios…
-Lola, coño: tres tías; no me dejan en paz… no puedo vivir así, me asfixio.
-respira, Luigi, inspira y luego desespera… Venga, tranquilo… ¿Mejor?
-Sí… Gracias, eres una buena mujer.
-De eso nada, ejerzo como tal y ahora me vas a contar: ¿de dónde puñetas sacaste a las tres jitanjáforas?, ¿te pagan las clases? ¿son listas, gordas, bajas, tuertas, cojas…?
-Coño, Lola, pareces una ametralladora disparando preguntas…
-Si a mi maestro le hacen algo, las maaaaaaaaato, ¿me oyes?
-Sí, Rubia, te oigo, pero me valgo yo solo.
-Pero, pero, pero… ¿Qué te vas a valer si estás acojonado, leches?
-Lola, una dama no dice exabruptos.
-Ya, ¿pero quién te ha dicho que yo quiera ser una dama? Quiero ser una poetisa Jitanjáfora… Hala, vete a por otra. Ahora dime, ¿de dónde salieron esas tres?, ¿qué te han hecho? Las tengo un asco que la próxima vez les escupo.
-¿Cómo puedes tener asco a alguien que no conoces?
-Anda, éste con lo que me sale ahora… Hijo, que una mujer de mi talla no piensa… actúa. Dime, ¿qué hago por ti?
-Nada, irte a tu casa y estar un par de días muda, tranquilita. Después, vas y escribes.
-¿No quieres que las mate antes a esas tres? Luego me voy a mi casa tranquilamente, como si conmigo ni sin ti fuera la cosa, enmudezco medio segundo y escribo la historia de un crimen anunciado, ¿te hace?
-No, Lola; estate quietecita.
-No puedo, Luigi… soy mujer de acción y consecución; eres un mal hombre, me estás cortando mis alas literarias. Claro, como ves que ya soy mejor que tú.
-Mira, Lola, ahora estoy muy afectado, apenado, disgregado el pensamiento por tres locas que persiguen mis encantos.
-Ay, Luigi… ya sé: Las bailaste la danza del vientre y las has encantado… No te imaginaba, maestro, moviendo el cachipuli delante de tres chifladas… qué sexy.
-¿Cachipuli?, ¿qué es eso, Lola?
- Cachipuli, pulipollo yoyito yeyé…
-Loooooola…
-¿Qué?
-¿Qué dices?
-Maestro, enseñarte a construir jitánforas, leches. Ahora, si quieres, me voy y las mato… tú dirás.
- vete, vete y no vuelvas… Qué migraña me has levantado… Adiós.
-Adiós, Cachipuli pulipollo yeyé.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Una Lola mejor que la otra. Gracias, Ángeles. Cati

Lola Bertrand dijo...

agradezco este rasto divertido, en el país de los desprepósitos.
Feliz Navidad y un abrazo de Lola ( la otra)