jueves, septiembre 06, 2007

LOLA Y LA LAVADORA

-Madre, ¿has visto esto?
-¿Cuál, Hijo?
-Lo que has hecho a mi camiseta.
-A mí que me registren; soy inocente, Anticristo.
-Entonces, ¿quién ha hecho la cirugía estética a mi camiseta?
-La de siempre: la maldita lavadora; estoy convencida de que os tiene manía.
-Por curiosidad, Madre, ¿te has leído las instrucciones?
-Empecé, pero algo pasó, que no recuerdo, y dejé de leer; lo leído, mi memoria dijo “cupo excedido” y lo desechó... Ya sabes como es el cerebro humano de imprevisible.
-Madre esta camiseta me costó un congo; exijo reparación inmediata.
-Haces bien. ¿Has hablado con la lavadora?
-¿Con quién, Madre?
-Con la lavadora, Anticristo. Se hace la sueca normalmente, pero si insistes, quizá...
-Madre céntrate y escúchame.
-Voy... Ya, dime.
-Vas a comprarme la misma camiseta, hoy. ¿Entendido?
-Comprendido... Cuando te vayas, no te olvides dejarme el dinero.
-¿Qué dinero, Madre?
-Para comprar la camiseta... ¡Ah!, y si no hay una tan fea, ¿te compro una más horrorosa, todavía?
-La camiseta la compras tú que para eso la has estropeado... ¿No nos exiges que seamos nosotros responsables?
-Un poquito de por favor: responsabilidades civiles, a la máquina; yo no tuve nada que ver. Tú la metiste en la lavadora. Yo me limité a enchufarla.
-Bien, Madre. Pero si a la lavadora no la programas inteligentemente, no lo hará bien.
-¿Cómo la voy a programar inteligentemente si no hago vida con mi inteligencia? A veces me preocupa estar tan descerebrada, Anticristo.
-Lo siento por ti, pero más por mí, Madre. Llevas unos meses que, como sigas así, tengo que salir en bolas a la calle porque me has dejado sin ropa.
-Tienes razón, Anticristo. Hay que tomar medidas... Me comprometo a no tocar más la lavadora.
-¿Y quién la toca, Madre?
-Tu padre, tu hermano o tú... ¿Quién de los tres hace uso de una inteligencia elevada al cubo?
-Papá.
-Ya está, adjudicado. Voy a llamarle... Pepe, soy Lola. ¿Te faltan muchos muertos por clasificar?
-Pero qué burra eres... Estoy haciendo la contabilidad. ¿Qué te pasa?
-Precisamente que, como soy muy bruta y tú tan redicho, hemos decidido, por unanimidad, otorgarte un cargo honorífico... ¿Qué te dice el body, amorcito?
-¿Qué tengo que hacer?
-Fácil, cómodo, limpio, vamos, un trabajo acorde con tu masa encefálica física y psíquica: poner la lavadora.
-¿Yooooooo, Lola?
-Sí, Pepe, túuuuuu.
-Pero, ¿por qué yo, Lola?
-Hijo, porque eres el que tiene más cerebro en esta familia, el resto lo tenemos muy limitado. Y, por lo tanto, el único capaz de dominar a ese bicho para que deje de hacer la cirugía estética a la ropa.
-Bien, Lola, ahora voy. Tenedme preparadas las herramientas.
-Por San Cucufato, Pepe, ¿qué herramientas?
-Libro de instrucciones, detergente color y de blanco, lejía ropa blanca, lejía ropa color, suavizante, fuera las manchas, desatascador, limpia lavadoras, limpia cuellos, lava fácil, lava ropa delicada, jabón de Marsella, jabón Lagarto... Si se me olvida algo, Lola, te iré diciendo.
-Vale, Pepe... ¡Adiós!
-¿Qué, Madre? ¿Qué ha dicho?, ¿le ha parecido bien?...
-Anticristo, creo que nos tendremos que ir de casa, no cabremos todos. Tu padre requiere mucho espacio para meter todas las herramientas para que, a su vez, su inteligencia ponga a funcionar a la lavadora... Por otra parte, creo que deberemos tener doble o triple guardarropa.
-¿Doble o triple guardarropa, Madre?
-Sí, Anticristo. Papá, primero, ha de leerse la instrucciones, analizarlas y sacar todas las pegas. Si las supera, que no es probable, clasificará la ropa por colores, texturas y vete tú a saber qué más... ¡Ah!, me llamará seiscientas veces para preguntarme cosas que yo no sabré responder y él se enfadará y a mí, como es habitual, se me quedará cara de empanadilla incomprendida. Como, además, me habrá encargado comprar todas las herramientas, yo habré adquirido todas las ofertas y él, amante de lo bueno, no las considerará de calidad por lo que se volverá a enfadar con su Lola que, como viene siendo habitual también, en esta ocasión se la quedará a la pobrecilla el ánimo como una croqueta espachurrada. Posteriormente, él se irá a comprar las herramientas de alta gama y calidad. Con esta adquisición, tendremos un almacén de chismes para no lavar ropa ya que no se habrá iniciado el proceso y, si no se inicia, no se gasta y, si no se gasta, se acumula infinidad de chismes para lavar, pero que no lavan y ropa sucia, montañas ingentes... Luego, con muuuuuucha lentitud, se leerá los prospectos de todas las herramientas requeridas y, si tenemos suerte, se decidirá a ejecutar los primeros pasos, siempre y cuando no le llamen de la funeraria. En tal caso, volverá sobre sus pasos, recogerá todo lo esparcido para que el siguiente día, si tiene tiempo, reinicie el proceso que, como ya le va fallando la memoria, se tendrá que volver a leer todos los prospectos e instrucciones, toparse con alguna pega más que en la primera lectura no vio y, entonces, sólo entonces, cuando el gallo cacaree por tercera o sexta vez, sólo, quizá, tal vez, se inicie el proceso de incineración y posterior evacuación de ropa limpia al tendedero. Yo calculo que el proceso le puede llevar meses o una vida, depende cómo se mire... ¿Anticristo? Pobre, se ha dormido. No me extraña, mi Pepe es muy pesado.

1 comentario:

Anónimo dijo...

OHHH!!!!! Mis Lolas cuanto tiempo sin escuchar sus devenires... me he dado un atraganton y hasta que no he terminado no me he puesto a hacer otra cosa,son muy absorventes tus Lolas,pero muy sabias,ellas no pierden ni un palmo de su terreno.Ojala todas hicieramos lo mismo....Justa Cañibano.